Estas pinturas se encuentran acompañadas de una proyección que por medio de video mapping y un sensor kinect buscan recrear el acto de colorear. La segunda obra es una animación creada a partir de la recolección de 100 juguetes, esta animación muestra un cosmos creado a partir de la digitalización de cada uno de ellos. Adicionalmente, esta obra viene acompañada de un catalogo que contiene cada digitalización junto al nombre del juguete y el nombre de su dueño. La obra busca ilustrar la noción de juego, siendo esta abstracta y variable, mientras preserva y revive la memoria de cada juguete. El proyecto busca enfatizar la dualidad que existe entre dos momentos claves de la infancia, el juego como un acción de libre desarrollo y el colorear como una acción con fines casi siempre didácticos. Asimismo esta dualidad se ve presente entre lo digital y lo análogo de las obras.

Comentarios de los jurados

Volver a ver. 

Juan Haya tituló su tesis ​Despintar, ​un trabajo que dividió en dos partes del cuál prefiero concentrarme en una, la más acertada a mi manera de ver. Se trata de una animación en la que pretende representar un planeta de personajes que han marcado la infancia de varias generaciones. Cada personaje va apareciendo poco a poco y de esta manera van creando una esfera que puede interpretarse como un mundo o una pelota, quizá esta sea la primera fase de un gran proyecto, el cual tiene mucho potencial si el artista decide profundizar e indagar más en aquello que lo impulsa a hacer ese tipo de creaciones.

Haya comenzó este proyecto como una inquietud por los juguetes de infancia y así una cosa lo llevó a la otra en el proceso de creación, sin embargo, en este camino hizo una parada en lo que se podría llamar un hallazgo. A Juan le llamó la atención ese punto muerto en el que ser humano crece y olvida o se desinteresa en el acto de colorear y deja este ejercicio como un quehacer que solo es privilegio de la niñez.

Una de las principales características del acto de dibujar en un niño es la capacidad que tiene de abstraer aquello que se encuentra en su mente y visualizarlo externamente. Comprendiendo que solo él sabe de primera mano que aquello que representa es lo más fiel a lo que quiere exteriorizar, no hay lugar para el error. No obstante, ante los ojos de un adulto esas líneas torcidas y desproporcionadas parecieran ser vistas como imperfecciones; es en ese preciso momento, en el que el adulto que desconoce la realidad de la mente del infante se atreve a tildar esos acercamientos del niño como errores. Es así como poco a poco el niño va adaptándose a ese mundo donde todas las formas ya tienen un nombre y deben ser marcadas de la misma manera, como un molde en el que la representación deja de ser acerca de lo que se observa para ajustarse a lo que se le impone a la mirada.

Por lo general, el artista trata de regresar y desaprender dichos moldes, empieza con gran esfuerzo la tarea de volver a ver y para ello la observación e investigación son fundamentales. El riesgo y el error son mecanismos imprescindibles en una obra pues permiten el acceso a todo aquello que le perteneció al ser humano desde su nacimiento y que poco a poco se le ha ido arrebatando. Paradójicamente, es probable que la respuesta a las preguntas de Haya se encuentren en las razones que lo impulsan a utilizar los medios digitales como herramienta de su propio trabajo; aún así para colorear de nuevo al mundo, es necesario primero volver a ver.