Intento situarme simultáneamente dentro y fuera de la ciudad para traducir lo que veo y crear un puente entre una visión subjetiva y el espectador. En mi obra, busco resaltar las características plásticas de la ciudad y extraerlas de su funcionalidad para permitir una mirada diferente. La idea es crear un reencuentro entre lo que vemos todos los días y el olvido de que lo vemos.

¿Cómo puedo traducir mi experiencia de ciudad en una experiencia visual?

Alguna vez Francis Bacon señaló que la novedad es una forma de olvido. Esta noción ha aparecido repetidamente a lo largo de mi proyecto. La sorpresa que en él existe no es más que el reencuentro con los materiales con los que convivimos. La cotidianidad que los envuelve los ha hecho invisibles y, diariamente, ignoramos las dinámicas a las que nos someten. Es por estos materiales que nos movemos y nos comportamos de la manera en que lo hacemos cuando salimos a la calle, ellos determinan nuestra manera de actuar y nosotros obedecemos pasivamente. Por causa de una necesidad de convivencia no los cuestionamos. Sin embargo, darles una segunda mirada puede provocar resultados inesperados. Bajo esta mirada es que se defiende el proyecto. Como bien respondió Vik Muniz ante el cuestionamiento de si la realidad está agotada y, por tanto, estamos condenados a la repetición: “La repetición solo es inquietante en la medida en que ya podemos presenciar el desgaste de la subjetividad.”