Por esto, me refiero a modelos que establezcan una distancia entre el motivo pintado y su materia física, es decir, la pintura. Mis libretas personales son un punto de partida pues contienen apuntes veloces y espontáneos que al convertirse en pinturas viajan de lugar en el tiempo. Estas visualizaciones (los bocetos y las notas) no hablan de su propio proceso sino de una condición interna: una precariedad inherente. Una precariedad de aquello que no fue diseñado para ser descifrado sino para reposar como algo incomprensible. Por esto, no es una tarea de construcción de estilo ni de metodología ni de temática, sino de indagar en la aplicación del medio y hacer notoria una confrontación entre lo considerado ‘pictórico’ y la pintura misma.

Así, parte de este proyecto es la búsqueda de modelos cuyas intenciones no sean plásticas para investigar su renovación a través de la pintura. De ahí que la representación de algo no viene después de
un modelo, más bien, ese algo se presenta solo y, antes que nada, como una pintura.