En esta, se muestran los instantes de placer que experimenta el personaje, en donde la corporeidad y los sentidos se despiertan y son fundamentales para transformar y ablandar la dureza de su realidad. Así, el placer se vuelve un territorio inexplorado en el que no se tiene certeza de los sentidos. Por un lado, las intensas experiencias de placer se vuelven momentos irrecuperables e irrepetibles que nos conectan con nuestro mundo y otros cuerpos; pero por otra parte, hay un quiebre en la experiencia debido a su naturaleza efímera. Nuestro cuerpo y los sentidos generan una tensión por la preocupación de alcanzar la plenitud y la satisfacción futura.