«Entre mil cosas, espero que el espectador escuche el sonido de las sábanas y, cuando vea esa suave atmósfera pintada en óleo, se conecte con la energía de Venus: su deseo de comodidad, belleza, equilibrio y armonía. Que cuando se perturbe por las alarmas, escuche al Mercurio que le avisa -que le informa- que ya es hora, que su visión se exalte con los “peros” y singularidades de su atmósfera bipolar. Que cuando vea los sutiles tonos de azul, que se combinan y contrastan involuntariamente sobre la pintura de Neptuno, sienta el océano terrestre y el océano espiritual humano, que nos confunde, nos hace perder, nos disuelve dentro de nuestra inconsciencia. Así con cada uno de los planetas que hemos aprendido a ver como deidades contemporáneas y cuya prueba de su existencia y carácter místico está en las predicaciones del internet, las agencias aeroespaciales y los medios de comunicación.»