Un viejo loco, creyéndose caballero, deambuló por ese lugar alucinante, en compañía de un caballo y bañado por la luz de la luna. Se hacía llamar “el caballero de la triste figura” y estaba enamorado. Su “amada enemiga”, como le escribió en una carta, parecía una vampiresa pintada por Edvard Munch.

En este cuarto ubicado en algún lugar de la Mancha crecían flores llamadas “nomeolvides”, eran azules, amarillas, verdes, violetas y rojas. Todas estaban iluminadas por un reflector que las hacía cambiar siempre de color y se regaban violentamente como las que hizo Cy alguna vez, algún día.

En algún lugar de esta gran pintura volaban los pájaros y diferentes pensamientos, la vida, la muerte, vibrando, acechando siempre. En algún lugar de esta gran Mancha se encuentran El Dorado, W.W, Picasso, Basquiat y tú.