Ensayos sobre la complicidad – María Prieto Velásquez
La distancia entre dos cuerpos, es un cuerpo en sí mismo. Mi intención es a través de la activación de un ecosistema de objetos que creen acontecimientos sensoriales indicar la existencia/revelar ese tercer cuerpo ignoto, aparentemente remoto, aparentemente mudo que parece ser prueba intrínseca de la existencia de una otredad.
“Nunca sabré cómo ves tú el color rojo. Tu nunca sabrás como se me revela a mí. Pero esta dicotomía de consciencia, sólo podemos reconocerla tras una falla de comunicación, un corto circuito en el momento de intentar explicárnoslo. Y sin embargo nuestro primer instinto fue aquel de creer en un ser indivisible y natural entre nosotros…” Anne Carson.
La intimidad, fuera de un campo lexical puramente físico o erótico, parece residir en una sensación breve, intensa y absoluta de entendimiento.Nuestro primer impulso es el de tener fé. Creer en una fé brillante en que el otro, no es otro.
La distancia entre dos cuerpos, es un cuerpo en sí mismo. Mi intención es a través de la activación de un ecosistema de objetos que creen acontecimientos sensoriales indicar la existencia/revelar ese tercer cuerpo ignoto, aparentemente remoto, aparentemente mudo que parece ser prueba intrínseca de la existencia de una otredad. Plantear, alegoría basada en elementos perceptuales, que sugiera que la unión entre dos seres es dentro de todo imposible, pero existe un elemento que contempla, más que la posibilidad de una fusión, un ínfimo momento de yuxtaposición: la intimidad.