Diálogos Atemporales: Un siglo – Una vida – Una mujer – María Alejandra Rangel García
Esta instalación audiovisual hace homenaje a la vida de María Elena Duque Parada.
El ingreso contiene una serie de paneles con fotografías sobre la naturaleza de Bojacá, pasando por un piso falso de piedra, buscando recrear el camino que ella tenía que cruzar para llegar a la casa de sus padres. Toda la exposición será ambientada con una serie de grabaciones de pájaros, insectos y perros.
Al ingresar a la sala encontrarán la imagen de María Elena en la mitad del salón, y alrededor habran 5 estaciones históricas; Cada estación contiene una imagen de fondo para contextualizar la época, además de que contará con imágenes superiores de su vida de acuerdo al momento histórico en cuestión.
Comentarios de los jurados
¿Cuál era el ideal femenino de María Elena Duque visto a través de la memoria normativa de hijos, nietos y de la misma artista? Esta parecería ser la pregunta que tímidamente presenta la obra de Rangel en su instalación. El espacio lo marcan claramente dos grupos de objetos que hablan de la bisabuela de la artista; el primer grupo es el flotante: cuatro o cinco cilindros con imágenes y tres pantallas verticales con proyecciones de video colgados del techo. El segundo, un piso impreso en plotter, tres o cuatro arreglos con plantas, una mesita con un teléfono antiguo y una máquina de coser al lado de la mesa, ambos iluminados con una luz focal que viene del techo. El espacio alto y oscuro lo caracteriza también un piso gélido, que enfría toda la instalación y se vuelve componente activo de la obra. Estos son los elementos con los que intenta Rangel hablar de una mujer que alcanzó a conocer de pequeña y con los que propone los diálogos atemporales en su obra.
Con el teléfono se puede escuchar relatos sobre la bisabuela con volúmenes tan disímiles que molestan mis oídos de forma similar al frío del piso. El espacio tiene un letrero a la entrada que pide quitarse los zapatos, pero luego entendí que el letrero no aplicaba a la instalación sino al espacio estudiantil donde está ubicada. Los volúmenes de los relatos y el piso son las primeras distancias formales que la instalación me impuso. Este alejamiento también está presente indirectamente en los contenidos. Hay algo que Rangel quiere y no quiere que se enteren sus espectadores, como que no se acerquen mucho, que no se enteren de a mucho de ese algo que se esconde detrás de los relatos e imágenes.
El audio del teléfono no responde completamente a mi pregunta del porqué la necesidad de hacer una instalación sobre la bisabuela de la artista. Las voces que escucho luego de marcar dos o tres veces en el teléfono son conversaciones del hijo y el nieto de María Elena. Coincidencia o no, son voces masculinas las que hablan por ella. En el texto
impreso pasa algo similar, sus referencias teóricas son de D. Severo Catalina, un hombre jurista y profesor español que escribió sobre la mujer en el siglo XIX. La ausencia de evidencia y de materiales producidos por María Elena son evidentes, no hay casi registros de la imagen o voz de la bisabuela, ni indicios de cartas, diarios u otro rastro directo de su intelecto.
¿Qué es lo que motiva a Rangel sobre su bisabuela para producir esta obra que llevó un año en su producción?¿Cuáles serán los testimonios, las confidencias que no nos pudo compartir o no pudo encontrar ella sobre su bisabuela? ¿Será acaso que las personas a quien entrevistó se negaron a hablar de ello frente a la cámara? La ausencia de esto, de lo que no se refiere directamente, que se filtra con efectos de video, con narraciones anecdóticas de María Elena, parece ser el objeto central de la instalación. El texto de diez páginas que acompaña la obra deja entrever un poco de lo que le intriga a Rangel sobre su bisabuela. Es un texto entre reflexión personal y boceto de ensayo académico escrito a la ligera donde el nombre de María Elena esta escrito a veces como María Helena, (pág. 8) y que su única referencia bibliográfica es la de Severo Catalina. Ciertas frases dan indicios para entender mejor la instalación:
“(…) decisiones que tornaron controversial su figura ante la sociedad colombiana (…)” “María Elena nunca se casó, mantuvo siempre una vida sexual activa, tuvo hijos por fuera del matrimonio(…)”
“(…) su lucha por ser una mujer libre (…)”
“(…) la decisión de nunca contraer matrimonio, (…)”
Esto que hoy se muestra en la instalación, ha pasado por lo menos por cuatro versiones en formatos diferentes, desde documento audiovisual, recopilación de frases feministas hasta llegar al formato instalación. El mejor acierto de estas itinerancias ha sido la transformación del testimonio audiovisual a instalación sonora con este teléfono negro genialmente convertido en objeto escultórico sonoro. Hay una imagen que me inquieta, la imagen de la finca de la familia que asumo es símbolo de esos secretos que Rangel quiere y no quiere compartir con su público, o tal vez no sabe todavía cómo integrarlos con mayor legibilidad a la instalación. ¿Es acaso Rangel una artista todavía muy tímida
para poner en el formato de instalación lo que María Elena marcó en su infancia? Esa imagen de la finca familiar, esa ausencia de María Elena en la instalación me remite al trabajo de archivo con materiales sobre la dictadura portuguesa que Susana De Sousa Dias hace en su trabajo documental. La ausencia, la distancia formal, sus reencuadres, la velocidad casi detenida del uso de las imágenes de archivo son exploraciones de las que Rangel podría aprender y aplicar en sus propios términos a esta instalación y en especial en estos objetos flotantes, en sus pantallas de video y sus cilindros. Saber + ver, es la paradoja que existe detrás de las imágenes de Rangel.