En medio del hervor, el vapor, los aromas, y las texturas, la cocina nos mueve las fibras internas, apela a nuestra visceralidad y a nuestros sentidos. El espacio en el que ocurre la preparación de alimentos, evoca nuestra sensibilidad corporal, pero también evoca una sensibilidad con lo externo, con aquel lugar en donde los objetivos colectivos, la solidaridad y la reconciliación con el otro tienen lugar.

En este proyecto exploro la dimensión colectiva de la cocina. Desde casa y desde mi relación con la comida busco otras preparaciones que se alejen del mantel blanco. Me pregunto por la comida del rebusque, la cocina del oficio, por las grandes ollas que hierven en comunidad, y por las recetas al ojo, de manojos, de puñados, de cucharaditas, y pocillos.

A partir de la teoría y de la práctica, de archivos encontrados y de mi experiencia, planteo un espacio en donde una cocina doméstica y publica confluyen. Desde el ser blando y ser permeable pienso en los cuerpos de la cocina que a través del oficio y la experiencia adquieren una historia, una serie de relatos y conocimientos sumamente valiosos.