Tras la ansiedad por el encierro empecé a dibujar a diario personajes imaginarios traídos de mis sueños, pesadillas, pensamientos y deseos. Tomé la decisión de encerrarlos en mi habitación, pegarlos sobre mi pared y darles vida con mi cuerpo. Todo esto se volvió una excusa para no salir al mundo que hay afuera, pues las noticias muestran un panorama tan desolador que me siento más cómoda habitando mis propias pesadillas, mi propia pandemia y por supuesto mis sueños, los que me hacen pensar en el futuro.