Unas estatuas pequeñas, como ídolos o soldaditxs cerámicxs de la revolución anal.
Caben en la palma de mi mano, la más pequeña del tamaño de un cojín de agujas y la más grande del tamaño de una cuchara de madera de cocina.
“Desplaza la sexualidad desde el pene penetrante hacia el ano receptor, borrando así
las líneas de segregación de género, sexo y sexualidad”. Paul B. Preciado
Serie de 6 esculturas.
Estamos (estábamos) en épocas de revolución sexual, “La Revolución del Género” como fue llamada por la National Geographic en 2017, se supone que saldríamos de las casillas impuestas desde lo binario y patriarcal, desde la categoría mujer/hombre hasta del reino del falo todopoderoso.
A un ano deseoso y sexual, no excretor sino receptor. Liberemos nuestros anos, nuestras vaginas, nuestras bocas, nuestros ombligos y nuestras orejas a un placer que socialmente se nos ha ocultado. Luchemos contra la privatización forzosa de nuestros orificios. Detesto sentir esa vergüenza de mi cuerpo: ese placer que se convierte en culpa, ese amor que se convierte en odio. Paul B. Preciado nos sugiere e incita: “Desplaza la sexualidad desde el pene penetrante hacia el ano receptor, borrando así las líneas de segregación de género, sexo y sexualidad”. Pero, aún así, este ano místico, sagrado y descentralizado se queda en teoría. Mi ano, o mejor dicho mi culo, está en los perímetros fetichistas de la pornografía marica. Mi culo, maldito por una red de pelos, es socialmente impenetrable. El culo visible, libre, social y bello es un culo que solo son nalgas, es un culo suave, lampiño y bronceado, cuyo ano se materializa en el momento de la penetración de un pene. Es ese culo twink y ese culo de mujer que sólo se encuentran en el campo de la fantasía sexual y del porno mal actuado.
Hablemos de nuestros culos, nuestros anos y nuestras nalgas; Preciado dice que es el único rasgo que es igual, independiente de sexo y género, un órgano post identitario compartido por todxs; entonces no hay ano feo, no hay culo deforme y no hay nalgas horribles. Miremos nuestros anos desde su posibilidad de liberación aunque sea solo conceptual. Mi ano peludo que no es parte del estético mundo gay, si tiene cabida dentro del mundo marica. Y pues al final de cuentas YO NO SOY GAY YO SOY MARICA.
y como dijo Pedro Lemebel “Yo no pongo la otra mejilla Pongo el culo compañero
Y esa es mi venganza”
Entonces les propongo en conclusión: liberemos nuestros anos y nuestros orificios. Que el ano y la vagina dejen de ser un pie de página, una rayita que se hace tímidamente en un dibujo y en una escultura. Que nos aguanten.
(PD: es curioso que la palabra “ano” aparece como si estuviera mal escrita en word y la única opción es la palabra “año”. Que eso sirva de radiografía de nuestra sociedad que privatiza y avergüenza a nuestro ano)