El peso de la mano de David Peña en exposición

El peso de la mano de David Peña en exposición

Por: David Ayala-Alfonso

¿Qué tienen en común una bolsa de plástico a medio llenar, un ave de aluminio, o una plantilla de silicona de forma indeterminada? Al observar las seis piezas que componen El Peso de la Mano, es difícil encontrar un denominador común para describir la variedad de objetos y formas disímiles que propone David Peña. Pero esto se debe precisamente a que su propuesta fractura la experiencia común de un cuerpo de obra en exposición. La presente exposición no es un cuerpo de trabajo que da primacía a lo visual, sino a lo háptico; es decir, un conjunto de percepciones que van más allá de lo que podemos percibir como estímulos visuales o sonoros. La obra de Peña nos invita a tocar, a percibir temperaturas diferentes, a abstraer códigos de situaciones aparentemente cotidianas, e incluso a considerar el vacío como problemas centrales de la obra.

 

El título El Peso de la Mano se comporta como una primera clave para acercarnos a los problemas estudiados por Peña en esta serie de experimentos que utilizan los sentidos «desnudos» como problema intelectual y a su vez como método. La pregunta aparentemente simple por el peso de una parte del cuerpo conlleva la imposibilidad de su experiencia. Por ello, el artista combina las capacidades de los diferentes sistemas perceptuales del cuerpo humano con información de múltiples experiencias científicas y pseudo-científicas que han tratado de romper el límite paradójico de usar el a la vez como objeto e instrumento de la medición. Cada una de las piezas en El Peso de la Mano reflexiona sobre este problema  desde aproximaciones inesperadas, a la vez que contienen información que no es advertida sin percibir sus cualidades hápticas: las plantillas de silicona representan las estrellas visibles por el ojo humano desde la tierra, que conformarían la esfera celeste si el material fuese dispuesto en forma tridimensional. La textura del material nos permite acercarnos a un mapa poco descifrable por el ojo, pero rico en texturas, tamaños y relaciones desde lo táctil. En un sentido análogo, otras piezas como el ave confeccionada en papel invita al espectador a tocar, no sólo para descubrir las particularidades de la forma, sino también su temperatura, que referencia el hábitat en el cual estas aves son encontradas de forma común. De forma particular, una bolsa de plástico corriente se convierte en pieza central de la exposición: llena de un material indeterminado, la bolsa parece insustancial, pero esconde la experiencia paradójica que le da nombre a la exposición. Y es sólo cuando el espectador la levanta donde aparece ese momento de realización perceptual, pues la bolsa tiene el peso aproximado de una mano humana.

 

Las tres obras restantes que componen la exposición de David Peña en LA galería describen otras formas en las cuales los sistemas perceptuales humanos confrontan aquellos construidos para romper la ambigüedad e indeterminación de la percepción: escalas numéricas, divisiones geométricas, e incluso la percepción del vacío. En todas ellas el aparato perceptual se ve confrontado por su proclividad a encontrar sistemas y patrones en la experiencia sensorial, cualidad que Peña aprovecha para acercar al espectador a un cuerpo expositivo inesperado de formas que sólo se revelan cuando se suspende la compulsión perceptiva y organizativa de lo visual.

 

La exposición de David Peña, profesor del Departamento de Arte, estará abierta al público hasta el 19 de abril en LA Galería.