Resto plástico disfuncional es un proyecto que nace a partir de la deformidad de la materia a través de la exposición al calor. Es un punto de encuentro en el que confluyen la experimentación y el deterioro. Cada proceso, prueba y ensayo ha sido fundamental para el desarrollo de este proyecto en donde propongo el sobrante como resultado.

Me gusta pensar el calor como una fuente transformadora, aquella capaz de cambiar cualquier apariencia a partir de la transferencia de energía térmica. Lo anterior no es un concepto novedoso o protagonista, pero sí construye el pretexto perfecto para recodificar la huella a partir de procesos irreversibles. Es un producto disfuncional porque intento suprimir la utilidad de los plásticos, además de su apariencia industrial e impoluta, con deformidades intencionales. El control y el caos conviven en estas sumatorias materiales y la huella de mi mano se disipa entre el rastro que dejan los repositorios calientes: plancha, secador, soplete. La entropía también juega un papel importante en esta obra llena de incertidumbre, no obstante, considero que ese caos es marginal y que mis intenciones conceptuales se encaminan a la percepción de sutilezas en un proceso de deterioro tan frenético, agresivo e inalterable.