Siempre se espera entonces que se “aproveche el tiempo”, es decir, que se haga la mayor cantidad de cosas en un tiempo determinado. Por esto mismo se ve de forma negativa hacer una misma cosa durante un largo período, o peor aún no hacer o producir nada. ¿Por qué? Tal vez la respuesta está en el alta estima que le tenemos a la idea de vivir, lo vemos como el bien absoluto y sagrado, y entre más dure mejor es. A fin de cuentas es el único bien que seguramente tenemos al existir, nuestra duración.

Sin embargo, aunque desde pequeños se nos enseña a leer la hora, no significa que se nos enseñe a pensar en el Tiempo, en qué es y cuando pasa. A duras penas se nos explican los tres estados en los que existe: pasado, presente y futuro. Pasado es lo que ya ha sido, solo recuerdo y causa, futuro la oscuridad absoluta de la posible consecuencia, y presente entonces es la línea muy fina que los separa, y entre más se la mire más delgada se vuelve al punto de desaparecer. Se vuelve nada, nada siempre ahora.

Buscando evidenciar la complejidad del tiempo que tanto se ha buscado suprimir a fuerza de repetición ciega, elementos de dibujo, escultura y sonido se organizan bajo el parámetro de la iteración como manifestaciones arrítmicas y polirrítmicas de lo que se cree estandarizado.