Las artes plásticas, de igual forma, por su carácter matérico-objetual guardan una estrecha relación con el espacio que ocupan, determinando la interacción que el espectador pueda tener con la obra. En cambio, la energía, tiene diversas acepciones y definiciones, relacionadas con la idea de una capacidad para obrar, surgir, transformar o poner en movimiento. La energía, como la música, tiene la capacidad de mover a un cuerpo en reposo o en estado de inercia. La música goza de ese potencial cinético para movernos física y psicológicamente, de forma instantánea y prolongada, generando un cambio en el temperamento del oyente.

Motivos busca juntar esos dos elementos, teniendo como eje central y protagonista a la música y nuestra relación emocional con ella. Es principalmente un acto de gratificación, devoción y redención por la gran influencia y bienestar que suscita en la vida de las personas. El punto de partida o motivación principal de este proyecto es la necesidad de resaltar la presencia que puede llegar a tener la música en la vida. Tiene que ver con eso que Brecht menciona, de cómo la música actúa como una descarga energética fisiológica que distrae al cuerpo, sube el ánimo, genera consuelo, entre otras sensaciones de estar vivo. Para esto, el proyecto se concibe como una instalación sonora que busca darle a la música su espacio para generar una experiencia mística musical a través de dos componentes: un mueble a manera de altar contenedor de una serie de acuarelas que reproducen carátulas de álbumes. Un conjunto, en su mayoría de rostros que dan cuenta de diferentes situaciones en diferentes estados de ánimo que representan de forma simbólica el culto a la música, junto a un espacio de escucha donde una recomposición de piezas proveniente de los álbumes mencionados, resuena de forma que uno pueda verse afectado al escucharla. Ambos elementos se complementan al estar juntos en el espacio. El altar contiene los humores que en el aire la música libera, haciendo del lugar un ambiente anímico y con vida.