La tésis con tilde – Angélica Avila Forero
No sé de qué se debe tratar una tesis. No sé sobre qué hacerla. No sé por dónde empezar y quisiera estar haciendo otras cosas en vez de trabajar en esto. Podría abrazar a mi gato, mirarme al espejo, bailar salsa, chatear, transcribir cuentos de otros, salir a caminar, cantar canciones, huir, respirar, cocinar un huevo frito, tirar con él, dudar, hablar con mi hermano, escribir lo primero que se me ocurra, cortarme el pelo, insistir, buscar su signo zodiacal, nadar, bañarme, leer, dormir, organizar mi cuarto, recordar tantas cosas, jugar.
O podría, por el contrario, definir un tema y un objetivo, delimitar, leer la bibliografía relevante, tomar decisiones concretas, ser novedosa y ser coherente. No sé.
Comentarios de los jurados
En su La tesis con tilde, Angélica Ávila Hace evidente lo que puede tener de absurdo el proceso de tesis. En vez de concentrarse en un tema externo y desarrollarlo con distintas aproximaciones matéricas, Ávila armó una especie de juego de espejos en el que el proceso de hacer la tesis se volvía la materia prima para la tesis misma, que era un texto con diversas reflexiones acerca de lo que sucedía mientras pasaba el tiempo y llegaba el momento de presentarla y sustentarla.
Con un sentido del humor certero y una redacción pulida que transmiten claramente una personalidad muy particular, La tesis con tilde propone un viaje por la procrastinación, por los escapes imaginativos que emprendemos cuando nos toca hacer algo cuya utilidad no terminamos de comprender y que quizás en el fondo no queremos hacer.
Transmitir una voz de forma tan diáfana es un asunto difícil que puede llegar a parecer fácil y un logro de este proyecto es justamente eso: hacer parecer fácil algo tan difícil. De asuntos por trabajar, habría sido rico leer algo más largo para ver qué pasaba cuando Ávila llegara a los límites de su empresa e intentara ir más allá, al terreno de las tesis que, simultáneamente, tienen y no tienen tilde.
El proyecto de grado de Angélica Ávila sacude las bases del Departamento de Arte de la Universidad de los Andes, que «concibe este momento académico como el instante en que el estudiante publica lo que hace», mediante el método de no hacer y convertir ese nohacer en un acto público y de resistencia. En su intento por evadir los oficios y las etiquetas construye un bonito híbrido entre literatura y performance que cuestiona la relación entre academia y mercado eliminando el hacer como objetivo último de sus reflexiones estéticas. Si bien ella no definió un tema, terminó tomando decisiones concretas, siendo innovadora y coherente y proponiendo juegos e interpretaciones. Invirtió el tiempo del proyecto no solo en leer bibliografía relevante (leyó unos libros buenísimos), sino en leer su entorno, su gato, sus afectos y sus desayunos. Me declaro un lector cautivo para sus próximos proyectos.