De la misma forma que la polilla, los humanos se aferran a estos luminosos impulsos eléctricos de memoria y, al igual que la polilla el ser humano consume la fábrica de los recuerdos para sustituirla por una traducción de los mismos. Una proyección, una visión de los hechos cada vez más arbitraria e inconstante, sitios falsos, ropa que nunca existió, recuerdos dobles. dislocación de contexto, la tela de la realidad tiene agujeros de polilla y estas grabadoras pensantes re-tejen estos espacios, poco a poco la tela se vuelve más retazo y remiendo que cualquier otra cosa, hay un apolillamiento de la realidad y solo quedan residuos de esta.
A luz de polilla es una exposición que nace como una traducción lenta de la imagen narrativa entre distintos medios, ya sea desde aproximaciones desde tecnologías anacrónicas como grabaciones en cinta magnética de escenas cotidianas citadinas ―paisajes anodinos― y fiestas juveniles, hasta el dibujo y la pintura. El proyecto empuja hacia adelante una metáfora que compara el hombre y la polilla en reflexiones entre la luz y la oscuridad, los destellos de memoria, el poder de la imagen como vehículo narrativo y el carácter finito de lo humano.