Más
específicamente, es un acercamiento íntimo – y ciertamente caprichoso- a la
pérdida de memoria de mi abuela y a su curiosa fijación con el poema “Margarita
Debayle” de Rubén Darío. “Margarita está linda la mar y el viento…te voy a
contar un cuento”, recita ella a modo de mantra todas las horas del resto
de su vida.

A lo largo de este proceso combino mi interés por la
naturaleza efímera y delicada de las flores, en especial la margarita, con el
efecto del tiempo sobre la memoria. Todo esto se borra, se marchita y deja una
huella que también terminará por desaparecer, pero que no por eso deja de ser
digno de nombrar. Las diferentes piezas resultado de esta constante reflexión
combinan su propio tiempo pasajero con mi tiempo de creación y el tiempo fugaz de mi abuela.