Extensiones, muebles, esculturas, cajas con huecos y hendiduras. Un sentido secreto de las cosas es lo que les da su vitalidad imaginativa.

Comencé haciendo escritos para quién ve una obra que no existe: texto al que contempla, texto al indiferente, texto a sea quien sea; y luego (en distracción) terminé pensando en el detalle y en los objetos. En que los objetos en los que uno fija su atención, hablan de lo próximo a ellos y que de alguna forma la obra es la que acecha al espectador. El detalle atrae. El espectador da la espalda para espiar, observar otra cosa. Si miras una cosa con atención tal vez pierdas otras cinco. Ocurre a veces quedar miope de tanto ver, me ocurre a diario, no querer ver tanto, entonces prefiero ver una parte e inventarme el resto, por eso el detalle es importante, porque es liberador inventarse el detalle si se ha visto antes de cerca —es la imaginación alimentándose de la memoria—. Ver de cerca e inventarse el detalle. Pero luego llega el conjunto del que mira a quién mira, de quién toma distancia. Entonces no solo es ver el detalle o tener distancia sino ambas cosas dentro de una simultaneidad.