En mi escritorio

En mi escritorio, donde me siento cada día a tomar clases y a hacer tareas, tengo mi mini cofre. No sé si puedo decir que es mi cofre, es más bien un mini cilindro de cerámica. Me lo regaló mi tía, pero no me acuerdo en qué momento, ni por qué. Hace mucho tiempo empezó a hacer platos, tazas, vasos, jarrones, todo lo que te puedas imaginar. Siempre me gustó mucho lo que hacía y me empezó a regalar alguna de sus creaciones. No son objetos perfectos, no son prefabricados y eso es lo que más me gusta. No voy a decir que al verlo pienso en ella y trae recuerdos a mi, porque no es cierto, pero si pienso en los objetos que me ha regalado. Este cofre decora muy bien mi escritorio, además siento que va muy bien conmigo, es de mi color favorito, el azul. Pero el color no es uniforme en todas partes, se puede decir que parece que tiene moho, como si la pintura se hubiera dañado, porque con el tiempo han aparecido puntos y zonas verdes. Aunque parece oxidado, no lo está, creo que ese color apareció por exponerlo al sol. Como si se hubiera opacado. No he hablado de lo que contiene. La verdad es que no es tan interesante para la gente, al menos eso creo, pero para mi es asombroso. Desde chiquita me ha gustado escribir con pluma, mi papá me regaló la primera cuando estaba en cuarto de primaria, me la trajo de un viaje, era azul. En el colegio nos obligaban a escribir con pluma y no me molestaba, me gustaba mucho. Cuando entré al bachillerato ya no era obligatorio y muchos de mis amigos decidieron escribir con esfero, yo preferí seguir escribiendo con pluma. Pero me di cuenta que el color azul de los cartuchos era muy clarito y lo quería cambiar. En ese momento descubrí que puedes encontrar todos los colores. Y digamos que me volví un poco compradora compulsiva en ese momento, porque quería todos. Pero no los podía comprar y decidí llevar cartuchos rojos, verdes, azules, azul con negro y naranja. Los que más uso son los cartuchos azul con negro, es el color más fácil de leer. Los demás los uso muy de vez en cuando y están guardados en ese pequeño cofre. Siento que siempre está lleno porque cada vez que lo abro no le cabe un solo cartucho más. 

 

 

 

Sofia Stocker