A dos manos

La hambruna nos persigue y nos hace salivar

en búsqueda de algo que sirva para saciar

nuestro cruel apetito el cual abruma en soledad.

Estamos cansados ya de caminar, nuestros pies soportan

un cuerpo maltrecho que tan solo busca sepultar

en catacumbas esta fatídica hambruna que parece solemne.

Recorremos los pasillos en búsqueda de alguna salvación

mientras en ensoñaciones percibo el delicado y sabroso

aroma que recorre el aire careciendo de sensatez.

Dicha fragancia me invade y guía cual susurro

directo al hall del edén o quizás samovar

aunque lo único que percibo en esta soledad

es una cocina imitando a un altar sagrado.

Ingresar al pequeño paraíso podría ser casi similar

a perforar repentinamente dentro de un recinto salvaje

los objetos parecen haber vivido cientos de sublimes

batallas o quizás festines parar ser completamente sensatos.

En medio del lugar reposa entre cálidas, severas

y finas brazas una pequeña olla emanando salinas

fragancias que perforan el pulmón, intentando disimuladamente seducir

mi paladar, este diminuto almuerzo seguramente me salvara.

Te veo llegar del otro lado en secreto,

se acabaron todos los días de la semana

tu cansancio no te deja ver la sentencia

en el reflejo te escondes y tímido sonríes

a pasos silenciosos llegas hasta mi emulado silencio

no soy capaz de aguantar mas mi salida

me miras a los ojos

apenas puedes señalar

das un paso atrás y chocas los sartenes

alcanzas a agarrarte de la mesa

al soporte

vuelves en si y entiendes la sequia

suena el horno

hora de dejar de simular

 

Jhossua Laverde
Daniela Romero

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