Sin título – Alejandra García Pinilla

Esta experimentación la comencé hace unas semanas, todo comenzó con la invitación de el restaurante Quinua y Amaranto para realizar una exploración a partir de uno de los platos de su menú. La ensalada de remoclacha fue mi elección, una vez apropiado el concepto del plato y elaborado como acompañamiento para un almuerzo familiar, comenzó el cuestionamiento y observación por uno de sus ingredientes: la remoclacha. Mi interés particular por esta planta surge debido a su importancia en varias culturas y al color purpúreo que puede extraerse de su fruta. De esta manera comencé a cuestionarme la importancia del trabajo con pigmentos naturales en un contexto global en el que el daño ambiental es tan fuerte, en la relevancia de los productos agrícolas para nuestro país y en el proceso de creación que me ha llevado a aproximarme de una manera más intuitiva al trabajo con la materia orgánica en medio de esta pandemia. Con colaboración de mi hermano, quien investiga y trabaja con los alimentos en su composición molecular, extraje el liquido de la remolacha y trabajé con su pigmento en una serie de acuarelas que componen el resultado figurativo de la exploración inicial. Adicionalmente, hice una serie de videos donde registré el proceso, tomé algunas notas de las reacciones del pigmento y de los procesos químicos a los cuales acudí y los compartí con un grupo de estudiantes con los que trabajo en el colegio en el que soy docente. Este proceso sigue en prueba y aunque no sé a ciencia cierta en qué va a terminar, puedo decir que ha sido una manera muy interesante y satisfactoria de poder mezclar varios temas de mi interés y trabajo plástico: la ciencia, el arte, la historia, la botánica y la educación.